Ley de MEDIOS, trampa de REMEDIOS

Pido permiso para ponerme serio, o màs bien para hablar de un par de temas que me preocupan. Voy a echar mano de nuestra vieja amiga, la ironìa, que nos ayuda a mirar desde una distancia crìtica sin renunciar a una pequeña esperanza.

Me refiero a estos dos temas que por estos dìas estàn en el candelero, y que me parece son muy importantes para la configuraciòn del paìs en que habremos de vivir los pròximos años,
La Ley de Medios Audiovisuales y el asunto de los medicamentos truchos.

Lo primero que quiero decirles es que en ambos temas me considero poco menos que un ignorante, no porque no me interesen, sino porque es cada vez màs difìcil recojer y evaluar
informaciòn objetiva sobre estos asuntos. Todos quienes levantan la voz parecen ser parte
interesada y defienden su quintita antes que el derecho de todos a la verdad.

No sè ustedes, pero yo tengo la incòmoda sensaciòn de ser testigo lejano de una
discusiòn que inevitablemente va a afectar muchas de las cosas que me importan, pero no
tengo a mi disposiciòn todos los elementos de juicio, y mucho menos, la posibilidad de
participar en el debate.

Claro, se supone que para eso estàn nuestros representantes, para discutir y consensuar en nombre de la mayorìa (y de las minorìas) una soluciòn beneficiosa para todos. Nadie dice que sea fàcil, no lo es en ninguna democracia del mundo, no lo fuè en ningùn momento de la historia, pero bueno...para algo es que gastamos tanto tiempo y dinero seleccionando a los mejores hombres y mujeres...o no?

Pero en vez de eso, resulta triste ver como el debate de ideas queda siempre ahogado por un griterìo de conventillo, por una puja de poder, por una interminable pulseada entre patovicas que juegan a ver quien la tiene màs grande y jamàs escuchan a quienes estamos alrededor.

Entre medios lobbystas y medicamentos truchos, en algùn lugar a mitad de camino entre la estafa alevosa y las verdades a medias, estamos nosotros, los ciudadanos, los consumidores, la gente. Consumimos noticieros y compramos remedios porque necesitamos curarnos tanto como informarnos, y para llevar algo de eso a nuestra casa, tenemos que confiar en lo que nos venden como bueno y como cierto.

Comprar, elegir algo, hacer uso de una opciòn en vez de otra es, entre otras cosas, un acto de fe. Y traicionar esa fe, para ganar un mango o para defender un negocio, constituye, me parece, un daño irreparable.

Como ustedes, queridos amigos, estoy pisando los 50 y todavìa siento en la boca el sabor amargo de los sapos que nos han hecho tragar a lo largo de los años los mismos que ahora invocan a voz en cuello la defensa de la libertad de expresiòn para no tener que achicar el kiosco.

Somos derechos y humanos, estamos ganando, la casa està en orden, no los voy a defraudar, etc, etc.

Sòlo algunas perlitas entre muchas otras que encontraron eco y amplificaciòn en los medios que controlaban (y controlan) de que se habla y de que no se habla.

Ahora nos quieren empujar a una falsa opciòn (de què lado estàs..?) a tomar partido, a decidir què nos importa màs, si la Ley de Medios o la cuestiòn de los remedios, como si no fueran AMBOS vitales para todos.

Honestamente, no me importa discernir que es peor, que nos vendan PESCADO PODRIDO, o que nos den PLACEBOS para curar el càncer. Como ya dije, ambos son actos de traiciòn, ambos esconden una maldad y un desprecio por los demàs (ademàs de una ambiciòn sin escrùpulos) que los equiparan.

Una vez màs, en nuestro amado y contradictorio paìs, la frase que mejor nos pinta parece ser: "Hecha la ley, hecha la trampa..."

El problema es -sigue siendo- que quienes elegimos para que defiendan la ley, y quienes se llenan los bolsillos haciendo trampa...almuerzan juntos.

Abrazo para todos.