Padre Jorge
Finalmente pudimos realizar nuestro retiro. El Padre Jorge nos esperaba en su ermita de la Sierra. Al arribo, nos recibió con un Whisky of Ye Olde Monks, que nos esperó durante décadas.
Después de pasar una noche en la que pudimos apreciar casi todas las variantes posibles del ronquido, a la mañana siguiente salimos a cabalgar con los dedos abrigaditos. En Sierra todavía se estarán preguntando quiénes eran esos viejos pelotudos con guantes amarillos que tambaleaban arriba de unos caballos.La foto está buena, aunque no refleja la realidad, entendiendo por tal la increíble ignorancia en temas ecuestres que campeaba en la partida. El único relacionado con estos temas es el Negro, pero todos ya sabemos que no sabe bajarse del caballo (Ver video del Locro del Bicentenario)
Autorretrato del fotógrafo de a caballo, que exhibió una considerable estabilidad en la montura al sacar las fotos. Mirá mamá, sin manos!
Hay algo en lo que somos los más gauchos de la pampa. Se acompañó de lechuga, radicheta, berro e hinojo recién cortaditos. Somos tan carnívoros que no hay foto de la ensalada.
De postre había queso con dulce de cayote y nuez. Acompañamos con un Tía María que dejó Vicky. Gracias Vicky, está mejor que tu chimichurri!
A la tarde llegó el descanso reparador. Después de la cabalgata, algunos preferimos dormir de costado.
A la noche el Negro puso en juego toda su habilidad para producir unas exquisitas pizzas de molde, que salieron perfectas. Lamentablemente a la hora de cocinarlas tomamos conciencia de que no había moldes y debían hacerse a la piedra. En ése momento intervino Tony, que gracias a su background peninsular es una especie de oráculo de la pizza y refirió que los discos para la producción de pizza a la piedra tienen especificaciones técnico-constructivas distintas de los de pizza al molde. Siguió un largo debate que algunos hubiéramos preferido que fuera en italiano, porque suena más simpático y porque nos hubiéramos ahorrado entenderlo. Afortunadamente, coherente con el estilo italiano, todo se arregló a último momento y las pizzas salieron ricas.
Exhausto, el pizzero se fue a dormir.
A continuación siguió una partida de truco de la que no hay fotos, dado que las únicas cámaras eran las del Chino y Jorgito, quiénes avergonzados, no quisieron dejar un testimonio de la terrible derrota que les infligimos Tony y yo, implacables verdugos truqueros.
Al día siguiente nos empezábamos a preparar para el plato fuerte del retiro: el choque en octavos de final entre Argentina y México. Se podrán imaginar que me salía de la vaina. Antes de salir, con Tony tocamos un dúo para merluza y orquesta. Son sus movimientos: Filetto all' olio caldissimo y Ceviche ma non troppo.
Imagino los comentarios de las chicas: Eh loco, se lo pasaron morfando!
Esta barra, quilomberaaaaa!!!!
No lo había notado, me impresiona mi cara de resignación ante los inminentes noventa minutos de fútbol.
Estando allá, el sábado a la mañana, después de levantarme, me sorprendió en el espejo del baño mi propia cara.
Mi mente no podía hacer coincidir la cara de ese hombre algo viejo, canoso, con el aire serio que dan los anteojos; con mi estado de ánimo, el de un muchacho feliz.
Insistí con el espejo, busqué en mis ojos y finalmente me encontré.